31 julio 2010

"Kasajizo"


Érase una vez una pareja de ancianos que se encontraban muy tristes pues se acercaba el año nuevo y no tenían nada que comer.
La anciana dijo: "Yo por si acaso, he hecho unos adornos para el cabello. Si los vendemos podríamos comprar comida."
El anciano le contestó: "¡Gracias! Voy a intentar venderlos."
Era un día muy duro de invierno y fuera hacía mucho frío.
Yendo hacía la ciudad, se encontró por el camino, con unos "Jizos" (*1).
El anciano dirigiéndose a las estatuas de piedra les dijo: “Parecen que tienen frío" y les quitó la nieve que tenían encima de la cabeza.
Pero al llegar a la ciudad, se la encontró desierta, con la nevada que estaba cayendo todo el mundo se refugiaba en su casa. Transcurridas unas horas sólo se acercó un hombre y le dijo: ¡Qué día tan malo para vender nada, yo tampoco he podido vender lo mío!. ¿Qué le parece si hacemos un trueque?, le doy mis "Kasas" (*2) por sus adornos para el cabello. El anciano accedió e hizo el cambio amigablemente.
De regreso a casa, se encontró de nuevo con los Jizos. Él les dijo: "Pueden usar éstas Kasas. Pero faltaba uno para el Jizo más pequeño. El anciano se quitó una toalla que tenía en la cabeza que utilizaba para protegerse de la nieve y se la puso al más pequeño.
Ya, entrada la noche, la pareja de ancianos escucharon un ruido extraño que provenía de fuera. Se asomaron por la ventana y contemplaron incrédulos, al ver una gran cantidad de comida y ropa.
A lo lejos se veían los Jizos caminando uno tras otro en fila, con sus Kasas.
La generosidad de aquel anciano que no tenía absolutamente nada, se veía multiplicada y recompensada por aquéllos dioses agradecidos.
Desde entonces siempre se veían recompensados y ellos generosos lo repartían entre sus vecinos.
¡Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado!



(*1)"Jizo" : dios del bien representado mediante una estatua de piedra muy común en Japón.
(*2)"Kasa" : Sombrero de paja.

30 julio 2010

"El Tengu Azul" y el "Tengu Rojo"


Hace mucho, mucho tiempo, vivían un Tengu Azul y un Tengu Rojo en lo alto de una montaña, eran muy amigos. Llevaban más de quinientos años observando a las personas y les llamaba la atención su comportamiento.
El Tengu Rojo le dijo a su amigo: "Los hombres han cambiado mucho en todo este tiempo. Pero nosotros en cambio no hemos cambiado nada". “¿A qué puede ser debido?”
El Tengu Azul le contestó: "Ellos construyen ciudades y desde que empiezan a discutir y a pelearse, lo destruyen todo y siempre se repite la misma historia”.
El Tengu Rojo dijo: "¡Ah, entiendo! ¿Y sí hacemos nosotros lo mismo? A lo mejor si empezamos a reñir podemos cambiar las cosas."
A pesar que el Tengu Azul le insiste a su amigo que no es necesario llegar a ese extremo, el Tengu Rojo termina convenciendo al otro.
Pero pronto llegó el aburrimiento el uno sin el otro.
El Tengu azul, un día, vio desde lejos un castillo, pudo observar que dentro de él, una chica del servicio hacía su tarea, planchaba un hermoso “kimono” (2*). Se dijo a sí mismo: “Voy a alargar la nariz un poco más!”, alargó tanto su nariz que logró llegar hasta el castillo. La chica al confundir la nariz con un colgador, fue poniendo toda la ropa en su nariz. Pero éste llegó un momento en que ya no podía más, su nariz pesaba demasiado y tuvo que sacarla de allí precipitadamente del castillo. Una vez pasado el apuro se dio cuenta que se había quedado con toda la ropa.
Como la envidia en muy mala, llegó el Tengu Rojo, no comprendía por qué su amigo tenía esa hermosa ropa y él no. El Tengu Azul le explicó cómo la había conseguido y le dijo: “Te doy la mitad”, pero su amigo envidioso y orgulloso le contestó: “No, yo quiero la mía” y se marchó.
El Tengu rojo estaba muy envidioso. Pensó: "Yo también quiero ropas bonitas. ¡Voy a alargar la nariz hasta un castillo!", pero se equivocó, metió su nariz hasta un castillo pero en éste entrenaban artes marciales. Ellos al percatarse de la presencia de la nariz, comenzaron a atacarla. El pobre Tengu Rojo no sabía cómo salir de allí, acortó su nariz y salió corriendo.
El Tengu Azul se encontró con el Rojo llorando y muy dolorido, le preguntó: “¿Qué te pasa?, el Tengu Rojo le contó todo lo sucedido.
El Tengu azul le dijo: "Está bien. Te doy la mitad de estas ropas bonitas. Pero no llores más."
Y fue así como los dos se dieron cuenta de su error, se reconciliaron y vivieron en armonía para siempre.
¡Y colorín colorado
este cuento se ha acabado!.


(*1)"Tengu" : duende que tiene la nariz larga.
(*2)"kimono": prenda de vestir japonesa.

"La Cascada de Sake"


Érase una vez, en el lejano oriente, vivía un anciano con su hijo en la profundidad de una montaña.
El hijo, era pequeño pero además de estudiar mucho y sacar muy buenas notas, trabajaba en lugar de su padre porque éste estaba malito.
Un día el hijo le dijo a su padre: "Hoy voy a ir a una lejana montaña para recoger leña" y éste le dijo: “Hijo, me da mucha pena que trabajes tanto eres aún muy pequeño”. El hijo le contestó: "No te preocupes." Y se alejó tras la montaña.
Pero en el camino, de repente, llegó una niebla que se hizo cada vez más densa y cuando se quiso dar cuenta ya se había extraviado entre las montañas.
Al no ver nada con la niebla, se tropezó y cayó, se hizo daño en una pierna pero aún así prosiguió su camino, sólo se sentía muy cansado porque sin darse cuenta había caminado durante mucho tiempo.
Al final de ese camino se encontró con una hermosa cascada que desprendía un olor muy agradable. Él notó algo especial en ella: "Esta agua tiene buen olor. Voy a tomar un poco." Y así lo hizo.
El niño se sorprendió mucho al sentir que su cuerpo se calentaba a medida que bebía el agua de aquella cascada y empezó a recobrar el ánimo y a sentirse menos cansado.
El pequeño exclamó: "¡Voy a llevar a papá un poco de agua!", y sacó su cantimplora y la llenó, emprendiendo luego el camino de regreso.
Al llegar le dijo al anciano: "¡Papá, toma esta agua!"
El anciano le dijo: "¿Seguro que es agua?" y como confiaba en su hijo se la bebió.
Al beberla se sorprendió mucho y dijo: "¡No, ésto no es agua! ¡Es Sake!(*1)"
Resultó que esa cascada era toda de sake, pero un sake especial con un poder curativo. El niño durante un tiempo, le llevo a su padre ese elixir tan maravilloso. Pronto el padre pudo notar que estaba mejor hasta que se curó del todo. El niño desde entonces sólo se centró en sus estudios y en sus juegos y ambos vivieron felices para siempre.
¡Y colorín colorado
este cuento se ha acabado!


(*1) "sake" : es un licor japonés elaborado con arroz.

"La zanahoria, la bardana y el nabo"


Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar vivía el dios de las verduras. Éste, un día, decidió hacer unas verduras especiales y para ello empezó a dibujar tres en un papel, aplicando sobre ellas unos bonitos diseños.
Finalizado el diseño, dios señalando con su dedo dijo: "Tú serás zanahoria, tú bardana y tú nabo."
En ese momento las verduras salieron del papel y agradecieron al dios: "Muchas gracias dios. Me gusta mucho este diseño."
El dios les dijo: "Sean buenos amigos con las otras verduras."
Las tres verduras jugaban juntas todos los días y hacían alarde de su belleza ante las otras, las cuales al mirarlas pensaban: "Chas, me gustaría tener un diseño tan bonito como el de esas tres verduras."
Un día, las tres verduras se llenaron de arena en la playa mientras estaban jugando. Al terminar dijeron: "¡Tenemos que tomar un baño!" y así lo hicieron.
Pero la bardana salió rápida porque no le gustaba tomar baño, el nabo se lavó mucho y la zanahoria se quedó mucho tiempo bañando.
Al día siguiente el dios al verlas se sorprendió mucho.
La bardana estaba llena de arena porque a penas se bañó, el nabo estaba blanco porque se había lavado demasiado y la zanahoria estaba roja porque no se puso crema y al final se quemó.
Las tres verduras le pidieron al dios: "De nuevo queremos tener diseños bonitos. Por favor."
Pero el dios les contestó: "Hicieron alarde de su belleza ante las otras verduras por eso se quedarán como están."
Desde entonces la zanahoria es naranja, la bardana es negra y el nabo es blanco.
¡Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado!

Aclaración de la autora: Es una sencilla historia para explicarle a los niños que no todos tenemos el mismo color. En casa conocemos otra versión que nos contaba nuestro padre. Había una vez un panadero (se podría sustituir por Dios) que decidió hacer unos panecillos, en un primer intento en el horno, el pan le salió crudito (raza blanca), el segundo se le quemó (raza negra) y al tercer intento le salió como quería doradito (raza amarilla). Ya sabemos que la raza perfecta no existe, somos todos iguales por dentro, somos verduras, panes… independientemente del color, es sólo una manera simpática de contar el origen de éstas y cada uno lo cuenta desde su punto de vista. Espero que te haya gustado.

29 julio 2010

La niñera fantasma


Había una vez, una tienda de chuches muy bonita situada en el centro de una plaza de un pueblito, pasó algo muy extraño que me gustaría contarte.
Aquella noche de verano, era muy agradable y se respiraba un aire fresco y limpio. Mientras el vendedor se disponía a cerrar porque ya era muy tarde, se acercó a la tienda una señora y le dijo casi en un susurro: "Por favor, ¿me puede dejar una bolsita de chuches?".
El vendedor se quedó pensativo, no tenía ni idea de quién se trataba el rostro de aquella señora le era totalmente desconocido.
La señora de rostro blanco y gélido, empezó a ir todas las noches muy tarde a comprar chuches, en una hora donde todos los niños ya están durmiendo.
Un día vino un amigo del vendedor, él vivía justo en el pueblo de al lado. Hablaron y hablaron hasta altas horas de la noche.
Como siempre, vino la señora. El amigo se asustó y empezó a temblar cuando vio a la señora.
Después que la señora se marchara, el vendedor le preguntó a su amigo: "¿Qué te pasó?", “¿Por qué estás tan asustado?”
Éste le dijo: "Es la esposa de Matsukichi que vive en mi pueblo. Pero estoy asustado porque murió hace un mes…"
El vendedor se sorprendió mucho y exclamó: “Entonces, ¿Ella es un fantasma? , ¿Por qué compra chuches?” “¡Sigámosla!", y así lo hicieron.
Ella se dirigía al pueblo vecino y al llegar desapareció al adentrarse en el cementerio.
Ellos al observar eso, no sabían qué hacer fueron a un templo a contárselo a un monje budista.
El monje les dijo: “¿De veras? ¡Vamos a comprobarlo!" y entraron al cementerio.
Cuando llegaron, los tres se quedaron inmóviles y atónitos al observar un bebé llorando envuelto en una mantita encima de una tumba. El bebé había sido abandonado.
El monje les dijo: "¡Miren, esta tumba pertenece a la esposa de Matsukichi! Ella ha estado cuidando de este bebé con chuches. Todo el mundo sabía lo buena que era” “¡Le ha salvado la vida!”.
El vendedor dijo: "¡Ah! En este pueblo todos conocían a la señora Matsukishi, es por eso que iba a mi tienda a comprar."
El monje se dirigió a ella y le dijo: “Voy a criar a este bebé, ya no tienes por qué preocuparte más, puedes irte tranquila”.
La señora haciéndoles una reverencia de agradecimiento, se alejó y desapareció entre un ciprés del cementerio.
Desde entonces Masao, que así le pusieron al bebé, vive muy feliz con el monje en el templo y ahora va a comprar chuches al pueblo de al lado.
¡Y colorín colorado
este cuento se ha acabado!

"Tsuru no Ongaeshi"


Hace mucho, mucho tiempo, en algún lugar vivía una pareja de ancianos muy pobre.

Un día el anciano oyó el grito de una grulla que había caído en una trampa.

El anciano se compadeció al verla y decidió soltarla.

Esa noche le contó a su mujer sobre lo ocurrido y ella le dijo: "Hiciste bien. Yo también estoy contenta", y los dos se pusieron alegres.

En ese momento, alguien llamó a la puerta: "toc toc...", el anciano salió y encontró a una chica muy bonita que dijo: "Me desorienté en el camino, ¿Podría quedarme en su casa esta noche?".

Los ancianos que eran muy amables no dudaron en invitarla a dormir.

Esa noche los tres conversaron y ella les contó que no tenía casa a donde ir ni familia con quien estar. Los ancianos le propusieron: "¡Queremos que seas nuestra hija!"

Ella se puso muy contenta. Al rato los tres se fueron a descansar.

Al día siguiente, la chica se levantó muy temprano para preparar el desayuno, pero no había ni arroz ni "miso"(*1).

En ese momento, la chica divisó un telar en una habitación contigua y en unos instantes se empezó a oir el sonido del telar mecánico.

Cuando los ancianos se despertaron, la chica les entregó una pieza de tela bellísima diciéndoles: "vendan esta tela y compren lo necesario para vivir". Ellos se sorprendieron y estuvieron muy contentos.

El anciano recibió mucho dinero a cambio de la pieza de tela, ya que ésta era muy bonita, y compró lo necesario para vivir además de un peine muy bonito para la chica.

Esa noche los tres estaban muy contentos y se quedaron conversando hasta muy tarde. En eso el abuelo dijo: "Ya vamos a dormir", pero la chica contestó: "Yo voy a continuar trabajando un poco más". Los ancianos se sorprendieron y le dijeron: "¡No! hoy ya no trabajes! es mejor que descanses". La chica contestó: "Quiero hacer más piezas de tela para ustedes pero quisiera pedirles un favor, no entren a la habitación cuando esté trabajando.". El anciano preguntó sorprendido: "¿Cómo? ¿No podemos verte trabajar?". La chica contestó: "No, por favor, quiero que me prometan que no lo harán."

Los ancianos no entendían la razón por la cual la chica les pedía eso pero asintieron con la cabeza.

La chica tejía cada noche una pieza de tela que se vendían como "pan caliente", pero cada día se ponía más delgada y no tenía ánimo.

El anciano le decía: "¡Tienes que descansar, no trabajes demasiado!", pero la chica respondía: "Voy a seguir trabajando sólo un poco más" y entraba en la habitación.

Los ancianos no podían dormir pensando en la salud de la chica.

Una noche, el anciano no pudo contenerse y dijo: "Voy a verla", la anciana replicó: "Tenemos que cumplir con nuestra promesa". El anciano, haciendo caso omiso a su mujer, se dirigió a la habitación en donde se encontraba trabajando la chica. Miró a través de la puerta que estaba entreabierta y para su sorpresa divisó a una grulla trabajando en el lugar. La grulla utilizaba su pico para quitarse plumas, las cuales las utilizaba para decorar las hermosas piezas de tela que hacía. Esta advirtió que estaba siendo observada y se disfrazó nuevamente de mujer.

La chica abrió la puerta y se dirigió al anciano: "Yo soy aquella grulla que salvó de la trampa. Por salvarme la vida quise devolverle el favor y para ello se me dió la oportunidad de convertirme en un ser humano por una sóla vez y venir aquí, pero ya no puedo permanecer aquí con ustedes. Deseaba convertirme en su hija para siempre".

La chica volvió a tomar su apariencia original de grulla y levantó vuelo. El anciano al verla volar pensó: "Perdóname. ¡No nos olvides!" y le lanzó el peine que le había regalado a la "chica". La grulla lo cogió y se fue volando.

¡Y colorín colorado,
este cuento se ha acabado.!

(*1)"miso" : pasta de soja fermentada muy utilizada en diversas comidas japonesas.

El Buda de madera



Hace mucho, mucho tiempo, vivía un hombre muy rico que se la pasaba lustrando y lustrando un buda de oro del cual hacía alarde mostrándolo a todo el mundo.
En su casa vivía un joven muy trabajador cuya labor consistía en preparar el "furo"(*1).
Un día, cuando el joven iba a la montaña en busca de leña, encontró un trozo de madera que tenía la forma de un buda. El joven al verlo lo recogió y desde ese momento todos los días oraba ante el buda de madera, pues sentía que lo protegía.
Un día, uno de los empleados que quería congraciarse con el hombre rico se le dirigió diciendo: "Su buda de oro es magnífico. ¿Por qué no organiza una pelea de "sumo"(*2) con el buda de madera? De todas maneras ganará el suyo."
El hombre le contestó : "¡Sí. Por supuesto!" y llamó al joven del buda de madera y le propuso: "Si tu buda gana al mío te regalaré toda mi fortuna y todos los días te prepararé el "furo"
El joven volvió a su habitación y contó a su buda la propuesta que había recibido, pero se sentía un poco mal por tratar a su buda como si fuera un juguete.
El buda de madera al darse cuenta de ello le dijo: "No te preocupes. Está bien. ¡Vamos!"
El joven se sorprendió mucho pues era la primera vez que lo escuchaba hablar.
Y empezó la pelea. Todo el mundo, excepto el joven, pensaba que de todas maneras ganaría el buda de oro.
La gente alentaba al buda de oro. En eso éste, para sorpresa de la gente, empezó a empujar a su contrincante llevándolo hasta el borde del "dogiou"(*3). Ante ésto el buda de madera reaccionó y empujando a su adversario lo hizo caer ganando la contienda.
El joven se puso muy contento pues recibió todo lo prometido y vivió feliz para siempre.
Un día, el otrora hombre rico, le preguntó a su buda de oro: "¿Por qué caiste?"
La imagen de oro le contestó: "Tu sólo me lustrabas. Te faltaba devoción. Por eso no tenía fuerza.". En ese momento el hombre se dió cuenta de su error y prometió cambiar su manera de ser.
¡Y colorín colorado
este cuento se ha acabado!.




(*1)"furo" : Baño, tina.
(*2)"sumo":Lucha tradicional japonesa.
(*3)"dogiou":Campo circular en el cual se realizan las luchas de sumo.